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Los tres trabajadores

Hace mucho tiempo, una de las tardes de verano que ayudaba en la CGTP, el viejo Juan estaba hablando con tres jóvenes trabajadores que habían venido a preguntar sobre cómo formar un sindicato. El viejo les explica con paciencia los procedimientos legales pero los tres parecían apurados. Veo que lo escuchan con escepticismo. Luego, uno de ellos pregunta incómodo - ¿Pero no es mucho trámite?   nosotros queremos formar rápido el sindicato...para que hacer tanta asamblea, ¿podría hacer que firmen nomas?. Otro dijo inmediatamente -¿Además para que tanta votación? ¿No podríamos decidir aquí nomas? Los demás tienen mucho miedo.   En ese momento pensé que el viejo iba a estallar en cólera y gritos destemplados. Todos sabíamos en la CGTP cómo se ponía cuando alguien trataba de saltarse la democracia sindical. Sin embargo mi sorpresa fue grande cuando lo escuché decir. -Ah, claro, podría hacerse... Abrí mis ojos como dos platos y y no pude evitar un carraspeo incómodo. El viejo ni me miró

Identidad de clase: un ejemplo

Una tarde, estaba Juan, aquel viejo sindicalista en el local de la Confederal ordenando unas viejas fotos. Con la impertinencia del joven que era entonces, le sugerí que podríamos escanear las fotos, para conservarlas mejor. En esos años recién habían llegado los primeros escáner a Lima y pocos sabían de que se trataba el nuevo artilugio. El viejo ignoro mi comentario tecnológico y mirando una de las fotos, me preguntó -Oye tú, sabelotodo, dime ¿qué es la identidad de clase? El cambio de tema y el estilo del viejo por decir las cosas abruptamente me hizo dudar y tartamudee algo sin mucho sentido. -Escucha, me dijo iniciando asi una de sus historias. Hace tiempo, en una fábrica por la Avenida Argentina había un joven muy palomilla. Siempre andaba alegre, bromeaba y se la pasaba feliz. Pero su alegría no era la del vago, al contrario, no le corría al trabajo y era responsable. A los capataces abusivos de la planta les ponía "chapas" que eran muy buenas. El viejo sonreía recorda

Comunista

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Ingresé al Partido muy joven, hace muchos años ya. Recuerdo uno de los primeros dias que iba al viejo local en el centro de Lima, cuando me encontré con Juan, el viejo sindicalista de la CGTP. El también era del Partido. Yo iba con un amigo, también del Partido. Nos vio y nos saludo. Es probable que estuviera sorprendido de vernos allí. Él ya salía y nosotros entrábamos. -A quien buscan? Nos pregunto. Le contamos lo que íbamos a hacer y nos dijo: -Mmm... ese camarada llega más tarde, mejor vamos a almorzar por aquí y regresan más tarde. Vengan los invito. Yo, realmente nunca he rechazado una invitación a almorzar así que acepte con entusiasmo. Simplemente cruzamos la calle. Al frente del local partidario existía un restaurante, ahora no sé si seguirá allí, que llevaba por nombre “La Capilla”. Mis amigos y yo bromeábamos con eso, y por eso cuando íbamos al local del Partido, decíamos "Vamos a la capilla”. El restaurante era una modesta fonda, de forma alargada, llena de comensale