Bajada a Bases

Papelera Nacional es una empresa líder en el ramo. Es la que produce desde hace muchos años los cuadernos Justus, Collage, Surco, Graphos, Loro y otras marcas conocidas en el Perú. Tiene una planta en el Callao y otra al norte de Lima.  Desde hace un buen tiempo exporta. Acaba de comprar la imprenta Minerva. En términos generales es una empresa solvente y con una posición privilegiada en el mercado. Las condiciones de trabajo sin embargo eran muy duras hace unos años atrás. Muchos trabajadores laboraban con el salario mínimo a pesar de ser mano de obra calificada. Se laboraba jornadas de doce horas obligatorias. En fin. Los abusos usuales en una empresa peruana.  Por eso, los trabajadores hace unos tres años, con la ayuda de la CGTP lograron formar su sindicato. Ahora tienen más de 250 afiliados. Obreros jóvenes, hombres y mujeres.  Al parecer, la formación del sindicato no les ha gustado a los señores empresarios. Hace dos años no pagan utilidades. Como sabemos, hay

El buen amigo y profesor universitario Pedro Mijail Orellana, a quien conocí hace años cuando la CGTP nos encargó apoyar en la organización de los trabajadores de la agroindustria de Ica, ahora está dictando clases en la Universidad de Huancavelica. Y tuvo la generosa idea de invitarme a dictar una charla en dicha Universidad. Pero claro, mis labores sindicales me han impedido viajar, pero a Pedro se le ocurrió para salvar el impasse que podría grabar en vídeo la charla y proyectarla allí a los jóvenes estudiantes de derecho laboral. Así que ordené algunas ideas y traté de hablarle al micrófono y cámara de la computadora. El resultado lo tienen en tres partes, para los interesados. Como siempre, las opiniones con sus errores y eventuales aciertos, son de mi responsabilidad. Perspectivas del sindicalismo peruano (Parte 1) Segunda parte Tercera parte

Hace muchos años, fui a una marcha. Era una de las primeras a la que asistía, por aquella época trabajaba en una fábrica en la Carretera Central. La CGTP había convocado la movilización y yo estaba junto con varios amigos. Con el puño en alto gritábamos las consignas. Juan, un viejo sindicalista, generalmente callado y taciturno, se paseaba a lo largo de la marcha. Subía y bajaba con agilidad, poniendo orden y animando a la gente. Al final de la marcha mis amigos y yo, bajamos por el centro de Lima y nos metimos a un barcito por la Plaza San Martín. Unas cervezas animaron la conversación. Al rato, de casualidad, entraron algunos dirigentes, entre ellos estaba el viejo Juan. Se sentaron en otra mesa y pidieron también cervezas. Nuestro grupo se animaba más mientras hacíamos bromas sobre la marcha, los gritos, el puño cerrado y esas cosas. Algo de esto debió escuchar el viejo Juan que se acercó a nuestra mesa y sin mediar invitación se sentó con nosotros. -¿Saben ustedes porque leva