¿Darle vivas a los empresarios es diálogo social?
Hace unos días se han realizado dos eventos en la ciudad de Lima. Un foro sobre los trabajadores de la industria y por otro lado, la firma del convenio colectivo de rama en construcción civil.
Aquí pongo los enlaces para que puedan ver ambos eventos
Foro "Situación y tendencias de los trabajadores del sector industrial peruano".
https://www.facebook.com/fnt.cgtpaba/videos/899988023701153/
https://www.facebook.com/fnt.cgtpaba/videos/900106710355951/
La firma del convenio colectivo entre FTCCP y CAPECO
https://www.facebook.com/FTCCPeru/videos/2111952659104683/
En ambos espacios participaron empresarios y trabajadores. Lo cual me parece muy bien, pues son pocos los espacios donde ambos actores del mundo del trabajo se encuentran. Sin embargo, ambos eventos muestran sustanciales diferencias.
Antes de desarrollar en detalle el tema de fondo empezaré con una que resulta simplemente anecdótica. En el evento de la industria, un ex dirigente de la CGTP anima a los asistentes lanzando “vivas a la CGTP” y luego pide “vivas para los empresarios asistentes”. Plop! como diría Condorito.
En el otro evento, en cambio, el agitador lanza repetidos “vivas a la federación de construcción civil” y no menciona ni una vez a CAPECO. Pues no es necesario. No es su rol. Los empresarios no están allí para que los trabajadores le lancen vivas.
Esta diferencia, que repito, resulta anecdótica, es al mismo tiempo, significativa de varios procesos el principal, es el la desideologización del movimiento sindical de lo que he hablado varias veces.
Pero el tema de fondo es la manera que se entiende el diálogo social en el movimiento sindical.
Los dos eventos pueden verse como ejemplos de diálogo social. Sólo que uno es fallido y el otro exitoso.
El diálogo social es un instrumento complicado, porque supone el encuentro de dos posiciones diferentes, que para poder dialogar, deben acordar que son iguales.
Como sabemos, en el mundo del trabajo tenemos tres actores: empresarios, trabajadores y estado. Son tres grupos definidos y diferenciados. Y son diferentes porque realizan actividades distintas y por eso tienen intereses diferentes.
Es más, en la sociedad capitalista, los empresarios y los trabajadores tienen intereses contrapuestos, contrarios y hasta podríamos decir que antagónicos. Ahora bien, tener intereses contrarios no impide que en otros temas podamos encontrar acuerdos o puntos en común. Cualquier sindicalista más o menos sensato tiene clara esta idea así que no la voy a desarrollar más.
Por eso el dialogo social es un instrumento eficaz cuando parte del reconocimiento de los dos actores (empresarios y trabajadores) como diferentes, pero iguales a la vez. Más claramente: somos iguales para poder sentarnos a discutir, las diferencias que no son irreconciliables.
Entonces, el primer paso si queremos desarrollar un verdadero diálogo social, es reconocerse como iguales.
Ahora, “reconocerse como iguales” no es una frase hueca. Tiene un significado muy concreto. Tampoco es algo sencillo. Tiene consecuencias muy reales. Ser iguales significa por ejemplo: que las condiciones que un sector dispone, también son las mismas para el otro. Es decir, ambas partes deben tener el mismo tiempo de intervención; el mismo trato dado; el mismo acceso a información; el mismo apoyo en asesores o técnicos propios; el mismo uso de tecnología; el mismo tiempo de preparación; entre otros factores.
No tiene sentido organizar un encuentro entre empresarios y trabajadores para que los ponentes sean los empresarios y los comentaristas sean los trabajadores. Para que los empresarios vayan muy bien preparados y los trabajadores den un saludo y no dispongan de apoyo técnico.
Así, no estás haciendo dialogo social sino simplemente un evento para cumplir un proyecto.
El segundo paso para desarrollar un verdadero diálogo social es reconocer las diferencias.
Ya hemos dicho que trabajadores y empresarios tienen intereses diferentes. Esto no es simple rollo. Son también cosas muy concretas: los empresarios no quieren sindicatos y los trabajadores si quieren sindicatos; los empresarios no quieren estabilidad laboral y los trabajadores si quieren estabilidad laboral; los empresarios quieren despido arbitrario y los trabajadores no quieren despido arbitrario; los empresarios no quieren una fiscalización fuerte y los trabajadores si quieren una fiscalización fuerte; los empresarios no quieren huelga y los trabajadores necesitan de la huelga.
Hay temas como huelga, sindicalización, estabilidad, control de la producción, que son fundamentales y en donde las posiciones de empresarios y trabajadores son irreconciliables. Si, así de simple: irreconciliables. No existe manera que esos temas se resuelvan de manera absoluta. No en el capitalismo.
Entonces ¿para que discutir esos temas?
Hacer un evento para escuchar a tres empresarios sobre las ventajas del despido arbitrario o lo innecesario que es sindicalizarse o lo perjudicial que son las huelgas no es diálogo social. Es una pérdida de tiempo. Es como el cocinero que trata de convencer al pollo de meterse al horno “para no tener frio”. Ya pues.
Entonces ¿de qué hablamos? Pues podemos discutir los criterios alrededor de estos temas difíciles. Podemos construir una amplia agenda de temas que no tengan que ver con aquellos que son irreconciliables. Es posible discutir sobre formación técnica, facilidades para la educación, armonía hogar-trabajo, protección frente al acoso y muchos otros temas.
Se discute sobre los criterios para definir cuando otorgar y cómo un aumento; para discutir los criterios para la promoción de los trabajadores o planes de retiro que sean socialmente responsables.
Pero eso supone acordar previamente una agenda común. El diálogo social no es un juego. No es juntar a empresarios y trabajadores y que cada uno repita su propio discurso, “a ver si sale algo”.
En nuestro país, las relaciones laborales son básicamente precarias. Pocos son los espacios donde se desarrollan de manera moderna y adecuada. Por eso, el recientemente firmado convenio colectivo entre la FTCCP y CAPECO es tan importante. La negociación colectiva es el mejor ejemplo de diálogo social. Es el resultado de un largo proceso de reconocimiento y discusión. Ni la FTCCP ni CAPECO han pretendido que el otro cambie sus intereses fundamentales; sin embargo, han logrado acordar otros puntos que son importantes, como por ejemplo el incremento salarial.
En una negociación colectiva pones en mesa los temas que pueden ser discutidos. Y aquellos en dónde no hay posibilidad de consenso, pues se resuelve mediante presiones legítimas, como la huelga. Es decir, el diálogo social no elimina el conflicto, sino que es complementario al mismo. Las posiciones no se deponen, sino que van transformándose en nuevas posiciones.
Al parecer, en el sindicalismo peruano actual tenemos algunos compas que han olvidado o desconocen estos criterios básicos. Confunden diálogo social con armonía social. Creen que TODO puede ser consensuado o peor aún, creen que dialogar es simplemente escuchar lo mismo de siempre, no llegar a ningún acuerdo y tomarse una foto.
Por eso se termina pidiendo aplausos para los empresarios.
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