La crisis de representación gremial en el magisterio peruano
Este texto, es un primer apunte -muy inicial- de lo que luego aspira a ser un artículo académico. De allí sus limitaciones y espero que algunas ventajas.
Introducción
El sindicalismo magisterial es un actor importante en las luchas sociales de América latina en los últimos 30 años. Desde los años 90, se impulsaron importantes reformas educativas en casi todos los países de América latina, promovidas por instituciones internacionales, como el BID y el Banco Mundial. El sentido de estas reformas en términos generales, buscaba cambiar la relación entre Estado y sociedad mediada por la educación como un servicio público. Se trataba de un enfoque que individualiza las relaciones educativas y establece un mercado de libre competencia como principio redistribuidor (Gindin, 2008). Estas reformas fueron aplicadas en constante tensión con las organizaciones de los profesores, ya sean sus asociaciones profesionales o los sindicatos magisteriales (Gentili, Suárez et al., 2004).
En el Perú, el sindicato de profesores es el SUTEP. Se trata de un sindicato público, de rama y ámbito nacional, formado en los años 70s a partir de un fuerte debate entre organizaciones previas. Antes existían sindicato de profesores de primaria, otro de secundaria y una federación nacional. La debilidad de esta estructura, junto con diferencias políticas en sus principales liderazgos permitió que se constituya el SUTEP como una alternativa más eficaz para la representación de los intereses gremiales de los profesores del sector público.
Desde sus inicios, el SUTEP estuvo influenciado por la labor de activistas del partido maoista "Patria Roja", que en los 70s desarrollaban una línea confrontacional con el gobierno de Velasco y con la central sindical CGTP, donde habían presencia de militantes del PC. Ahora bien, en general, los sindicatos de maestros han sido en buena parte de América latina, movimientos radicalizados hasta los años 90s (Gindin, 2008).
Reforma educativa y cambios en el magisterio
En los 90s, el gobierno de Fujimori se encargó de implementar esta reforma educativa. A diferencia de otros países, como México, Argentina o Brasil, el sindicato magisterial fue excluido del proceso. Al igual que la reforma laboral; los trabajadores de la educación fueron invisibilizados o denostados (Santibañez, 2008). Entonces un primer elemento a considerar, es que la reforma educativa, en líneas generales, se realizó sin la participación del sindicato de profesores. Este hecho va a tener un impacto hasta el día de hoy.
Con la reforma, se instaura una manera de entender el tema educativo que va a priorizar una mirada estandarizada de los resultados individuales, la responsabilidad de los profesores de aula y la discriminación positiva de los mejores alumnos (modelo de Colegio Mayor). Asimismo, va a darse un impulso al desarrollo de la infraestructura educativa que ya tenía más de una década de retraso.
Los resultados de esta reforma son aún materia de discusión y escapan a este post. Lo importante aquí, es que desde los 90s se inicia un proceso de cambios estructurales en la composición social de los maestros del sector público. La carrera, al mantener un claro estancamiento salarial y condiciones precarizadas de trabajo, dejo de ser un objetivo de formación y empleo (Torres, R.M. 2000).
A la vez, los cambios sociales operados en la sociedad peruana han transformado a los docentes que ha dejado de ser un grupo más o menos homogéneo, a constituirse en una diversidad de grupos con intereses diferenciados. Los maestros de Lima frente a los de provincias, los de rural frente a urbano, los de intercultural, los maestros de escuelas unidocente; y si agregamos las diferencias de género, de edad y finalmente de tipo de contrato; tenemos un panorama realmente muy complejo.
Y mi hipótesis es que por aquí va una de las principales causas del problema actual. La representación gremial constituida en los años 70s, es decir, el SUTEP no ha logrado entender los cambios operados en el sujeto social que representa y por lo tanto, no logra representar eficazmente los actuales y diversos intereses de los profesores.
Crisis de representación
Hace 5 años, en un post sobre la huelga magisterial del 2012, señalaba que el SUTEP atravesaba una "crisis de dirección", en la medida que el grupo dirigente de la organización sindical no lograba articular una orientación más eficaz del conjunto de representados.
La situación ahora es diferente. Lo que tenemos es la existencia de estructuras sindicales construidas fuera del sindicato nacional (que es denominado significativamente "CEN SUTEP") que logran construir demandas particulares y luego generales, articular acciones alrededor de estas demandas y finalmente interpelar a la sociedad y el Estado.
Se trata de una "crisis de representación" gremial. Es decir, un proceso por el cual la estructura gremial y el sujeto sindical se han separado. Los primeros no logran recoger los intereses y necesidades de los segundos; mientras que el sujeto sindical no reconoce como su portavoz a la estructura gremial.
Este proceso de ruptura, podemos explicarlo en primer lugar, por los cambios ya descritos en la composición social del magisterio peruano, pero también por el impacto de la reforma educativa entre los profesores. Pero estos elementos son más o menos externos. Es pertinente preguntarse por los factores internos determinantes en esta crisis de representación.
Como sabemos, la representación gremial tiene dos roles fundamentales que cumplir. Por un lado, recoger las demandas de los representados. Esto supone conocer, informar y comunicar los diferentes problemas de los profesores y convertirlos en demandas que puedan ser resueltas por el empleador, en este caso, por el Estado peruano.
Como sabemos, la representación gremial tiene dos roles fundamentales que cumplir. Por un lado, recoger las demandas de los representados. Esto supone conocer, informar y comunicar los diferentes problemas de los profesores y convertirlos en demandas que puedan ser resueltas por el empleador, en este caso, por el Estado peruano.
En segundo lugar, debe de "ordenar" dichas demandas. es decir, establecer criterios de jerarquía para priorizar las diferentes demandas. No es lo mismo un reclamo de aumento remunerativo que facilidades para la capacitación profesional, o la defensa del puesto de trabajo. Establecer estos criterios es lo más complicado de la labor gremial, pues de su éxito depende el respaldo de los representados. Para establecer prioridades se debe resolver la tensión entre los criterios técnicos y los democráticos. Hay demandas que son difíciles de atender pero una amplia mayoría es sensible a ellas. O al revés.
Para lograr este equilibrio, la organización sindical establece mecanismos de representación democrática, de manera tal que la diversidad de inquietudes sea debidamente escuchada y procesada.
Y aquí empiezan los problemas. Mi hipótesis es que la dirección sindical donde predomina un sector de Patria Roja, forzó los criterios democráticos para garantizar su permanencia en la estructura sindical. Muchos profesores son testigos de elecciones sindicales donde la lista de PR es derrotada, pero el CEN SUTEP desconoce el triunfo de la otra lista. Este conflicto terminaba algunas veces, con dos juntas directivas en paralelo y otras veces con una sola pero con menor legitimidad, credibilidad y respaldo.
Muy probablemente, los sectores de PR que promovieron esta práctica tenían diferentes razones para trastocar los criterios de funcionamiento democrático de un organismo gremial. Sabemos de la presencia de sectores altamente radicalizados en el magisterio que podían significar una amenaza al normal desenvolvimiento de la estructura sindical. Pero, a lo largo de las dos últimas décadas, la estrategia de Patria Roja al intercambiar "unidad" por "democracia", resulto un mal negocio. La autonomía se vio trastocada y resto legitimidad a la estructura sindical predominante.
Conclusiones tentativas
En resumen, se trata de un proceso donde el sujeto social sufre transformaciones mucho más rápido que la estructura sindical. Este desencuentro es resuelto por la estructura mediante formas anti democráticas de gestión. En un primer momento, esta solución es viable porque garantiza una conducción homogénea del gremio, pero a la vez, va creando excedentes de malestar en la periferia del sindicato. Un contexto de crecimiento económico sin redistribución permite que esos excedentes se radicalicen y articulen acciones primero al margen y luego en oposición a la estructura sindical.
En este contexto, la actual huelga nacional del magisterio (2017) es antes que un problema, una manera de resolver la crisis de representación en dicho sector. Como ya han señalado otros, más allá de los reclamos salariales y de carrera profesional, lo que tenemos es la construcción de una nueva representación gremial frente a los maestros y frente al Estado.
Ciertamente, la presencia de grupos radicales en las nuevas representaciones gremiales luego de un par de décadas de moderación por parte del CEN SUTEP es una novedad. Sin embargo, el radicalismo no es ajeno a la tradición del sindicalismo magisterial en nuestro país ni a la de otros países de América Latina (Gentili, Suárez et al., 2004).
Más allá del alarmismo de cierta prensa macartista, la evidencia empírica en el sindicalismo es que los liderazgos maximalistas y radicales son solo momentos -a veces cíclicos- en la vida de las organizaciones sindicales. Una representación gremial legitima y legitimada tiende a moderar su discurso en función de resultados concretos.
Finalmente, los hechos ocurridos el presente año, son también expresión de la crisis -esperemos que final- de una vieja manera de entender la relación partido-sindicato. El modelo de "correas de trasmisión" que a estas alturas es inviable. Como sabemos, la subordinación de la lógica gremial a la lógica político-partidaria ha dado siempre pésimos resultados tanto para los partidos como para los sindicatos.
En este contexto, la actual huelga nacional del magisterio (2017) es antes que un problema, una manera de resolver la crisis de representación en dicho sector. Como ya han señalado otros, más allá de los reclamos salariales y de carrera profesional, lo que tenemos es la construcción de una nueva representación gremial frente a los maestros y frente al Estado.
Ciertamente, la presencia de grupos radicales en las nuevas representaciones gremiales luego de un par de décadas de moderación por parte del CEN SUTEP es una novedad. Sin embargo, el radicalismo no es ajeno a la tradición del sindicalismo magisterial en nuestro país ni a la de otros países de América Latina (Gentili, Suárez et al., 2004).
Más allá del alarmismo de cierta prensa macartista, la evidencia empírica en el sindicalismo es que los liderazgos maximalistas y radicales son solo momentos -a veces cíclicos- en la vida de las organizaciones sindicales. Una representación gremial legitima y legitimada tiende a moderar su discurso en función de resultados concretos.
Finalmente, los hechos ocurridos el presente año, son también expresión de la crisis -esperemos que final- de una vieja manera de entender la relación partido-sindicato. El modelo de "correas de trasmisión" que a estas alturas es inviable. Como sabemos, la subordinación de la lógica gremial a la lógica político-partidaria ha dado siempre pésimos resultados tanto para los partidos como para los sindicatos.
Bibliografía
Gentili, Suárez et al. (2004) Reforma educativa y luchas docentes en América Latina. En: Educ. Soc., Campinas, vol. 25, n. 89, p. 1251-1274, Set./Dez. 2004
Gindin, Julian (2008) Sindicalismo docente en México, Brasil y Argentina. Una hipótesis explicativa de su estructuración diferenciada. En: Revista Mexicana de Investigación Educativa. Número 37, Volumen XIII
ABRIL-JUNIO de 2008
Santibañez, Lucrecia (2008) Reforma educativa: el papel del SNTE. En: Revista Mexicana de Investigación Educativa. Número 37, Volumen XIII ABRIL-JUNIO de 2008
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