La unidad imposible de la izquierda
"Ensayo de Orquesta" del maestro Fellini. |
¿No es curioso que justo cuando la crisis orgánica de la izquierda está en su punto más álgido, al mismo tiempo las individualidades de izquierda consideran que sus oportunidades para ser alcaldes, concejales, consejeros regionales son mayores?
Hay una relación perversa entre organización y liderazgo individual que más para mal que bien, no hemos logrado resolver. La lealtad se confunde con unanimidad; la disciplina con intolerancia, la amistad con compromiso y la militancia con oportunidades de empleo.
La izquierda no quiere discutir seriamente. El debate político oscila entre denostar al adversario o sacarle un meme. ¿No podríamos discutir, es decir, plantear posiciones diferentes en un espacio donde se contrastan en base a argumentos y datos?
No lo hacemos. Y por eso, la división de la izquierda vino para quedarse. Es como en "Ensayo de Orquesta" la imprescindible película de Fellini, donde cada músico no ve más allá de su instrumento y por destacar su propio rol estropean el esfuerzo colectivo.
Por eso, no bastan los buenos deseos, los estados de facebook llamando desde las alturas, bajuras o su antípoda. Lo que parece confirmarse es el entrampamiento orgánico de toda la izquierda y un amplio conjunto de antipatías personales. Las amistades de ayer son las facciones de hoy.
En las condiciones actuales, la unidad es imposible.
Esto significa que tendremos diferentes opciones de izquierda y centro izquierda en las elecciones del 2018. Y salvo un cambio sustancial en el escenario las próximas elecciones generales del 2021 pueden darle el triunfo al fujimorismo.
Insisto que buena parte del problema es haber abandonado la relación con un sujeto social concreto y reemplazarlo con la radicalización del discurso liberal en clave izquierdista. Regresar al mundo del trabajo y desde allí mirar los mismos problemas podría ayudar, pero entiendo que no basta.
Algunos compas, consideran que tanto Marco Arana o Verónika Mendoza entre otros, pueden ser candidaturas viables en singular, es decir, que pueden llegar a ser gobierno sin necesidad de la unidad de las izquierdas.
Mi hipótesis es que no. La izquierda dividida no podrá derrotar a la derecha en el 2021. Más allá de discutir la ontología de la "unidad de la izquierda" o reducirla a un cálculo electoral, hay que verla como un mecanismo organicista que nos permite maximizar los escasos, realmente escasos recursos que tenemos para lograr nuestro objetivo central: derrotar a todas las derechas locales y ser alternativa de gobierno.
Y para lo cual necesitamos una estructura política diversa, amplia, plural y gobernada de manera colectiva. Claro, el problema es que eso, es todo lo contrario a cómo estamos haciendo las cosas en la izquierda desde fines del siglo pasado.
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