Nuevas preguntas de un obrero y una obrera que leen (o los problemas del Frente Amplio para elegir sus candidatos al Congreso)
¿Tienen candidatos al parlamento los trabajadores y trabajadoras?
Si, hace unos días, la "Comisión Laboral" que es parte de la "Comisión de Programa" del Frente Amplio anuncio por Facebook (que es como suele hacer ahora la nueva izquierda) que habían elegido "por mayoría y unanimidad" (sic) a tres candidatos para representar a los trabajadores del país.
¿Y cuántas personas participaron de este importante acuerdo?
Nueve. Sí, nueve personas deciden que tres de ellos serán candidatos. Aún así, la decisión fue por "mayoría y unanimidad" (sic) como indica el texto que entusiastamente han firmado.
¿Son los precandidatos representantes de todos los trabajadores y trabajadoras del país?
No, pues la "Comisión Laboral" sólo funciona en Lima. Es lo que me han informado.
¿Pero han sido elegidos tal vez por delegados de algunas organizaciones sociales, laborales o incluso sindicales?
No. Han sido elegidos por la "Comisión Laboral".
¿Pero la "Comisión Laboral" no es un organismo técnico, para aportar en el capítulo de temas laborales del programa del Frente Amplio?
Si, así es.
¿Entonces que hace promoviendo candidatos al Congreso?
Vaya uno a saber.
¿Quienes son los tres candidatos?
- Julio César Bazán. Presidente de la CUT
- Tania Turriate, coordinadora de la Red Solidaria
- Eleming Valle, abogada laboralista
La Comisión de 9 (8 aquí y uno tomó la foto) |
¿Qué problemas supone que una Comisión de nueve personas proponga a tres candidatos?
Bueno, esta penosa situación ilumina problemas tanto en el Frente Amplio como en el espacio sindical.
Primero lo político. La propuesta del Frente Amplio para seleccionar a sus candidatos al congreso supone dos pasos: uno primero de precandidaturas, donde exigen un número simbólico (350) de firmas como expresión de "respaldo social" y luego unas primarias que deben ser vinculantes y definitorias, el próximo 10 de enero.
Y claro, uno de los riesgos es que aparezcan así como las mil flores, mil candidaturas. Bueno, esperemos que las primarias sean un mejor filtro.
¿A quién le rendirán cuentas los futuros representantes?
Buena pregunta. Pensemos en el c. Bazán. No ha sido propuesto por su base sindical, la CUT de la cual es presidente. ¿Curioso, no? En la hipótesis bastante improbable que sea elegido, ¿frente a quien responde? No creo que frente a la Comisión Laboral que pasadas las elecciones muy probablemente deje de funcionar. Tampoco frente a las 350 firmas que debe presentar.
La teoría política dice que no debe haber representación sin rendición de cuentas. Y para que haya rendición de cuentas, el elegido debe saber de donde han salido sus votos. Es decir, quién es el sujeto social que lo respalda.
Por eso, históricamente, las candidaturas "de clase", es decir aquellas que se desarrollan con una agenda clasista, se discutían, acordaban y promovían desde los sindicatos. Y los representantes sabían más o menos con bastante claridad quién era su elector.
Nuestros tres compañeros han sido propuestos por una comisión de nueve personas. Honestamente, ellos mismos se han propuesto. Esta bien, es su derecho. Allí están las primarias para ver si logran ingresar a la lista final.
Pero entonces debemos tener claro que a la fecha, no existen vínculos orgánicos que los identifiquen como "los candidatos de los trabajadores". En todo caso, son "los candidatos de la Comisión Laboral" por más absurdo que esto suene.
Pero sindicalmente, ¿qué nos dice esta extraña anécdota?
Ciertamente, ilumina también la crisis del movimiento sindical peruano. Recordemos que en la Constituyente del 79 y hasta las elecciones del 85, el sindicalismo logro diputaciones y alguna senaduría. Pero desde fines de los 80s ha tenido serias dificultades para convertir los liderazgos sociales en representaciones políticas. El caso de Juan José Gorriti es un buen ejemplo, aunque no el único.
Por eso, en el actual parlamento no hay ningún representante orgánico de los intereses de los trabajadores y trabajadoras del país. Este debe ser un parlamento muy sui generis en cualquier país medianamente capitalista.
Y es una debilidad nuestra. Que tiene que ver -en lo que nos corresponde-, con la despolitización de los sectores laborales, debilidad de los mecanismos de discusión interna, anquilosamiento de algunas estructuras sindicales, dificultades estructurales para la renovación generacional o para incorporar nuevos sectores.
¿Y la candidatura del compañero Bazán será un paso adelante para revertir este proceso?
No, de ninguna manera. Ciertamente, saludamos su audacia y enorme autoestima, considerando que ya fue pre candidato en las Primarias Presidenciales del mismo Frente Amplio, donde a nivel nacional según el último reporte público del CENAFA tenia a nivel nacional: 524 votos.
Así es, menos de mil votos a nivel nacional. Imaginemos generosamente que todos esos votos son de Lima. Imaginemos que saca en las próximas elecciones, el doble: dos mil votos en Lima al Presidente de la Confederación Unitaria de Trabajadores. ¿Quién pierde con este resultado? La organización sindical en primer lugar. La legitimidad del sindicalismo se ve cuestionada de manera contundente.
¿Cómo podemos realmente garantizar mejores representantes de los intereses de los trabajadores y trabajadoras del país en el Parlamento?
Para la izquierda, como lo señale en un comentario de Facebook, las elecciones congresales no pueden ser un concurso de simpatía, ni un premio al sacrificio personal. Una persona puede haber pasado las de Caín, ser un modelo de compromiso militante, tener miles de amistades reales o virtuales, y a la vez puede ser un mal representante político. Ya sea por incapacidad, ineficiencia o por volverse un pillo o pilla.
Por esto es tan importante disponer de mecanismos adecuados de chequeo y control. Uno de ellos es el respaldo y subordinación a una instancia política o social. Y aquí es muy simple, mientras más grande la instancia, mejor. También es más difícil ser promovido por una organización grande, pero como decía el gran Salvor Hardin, es mejor mantener lejos del poder a aquellos que más lo buscan.
Obviamente, no es lo mismo, ser propuesto por una comisión de nueve personas que por una central sindical. En corto, cada candidato debería ser apoyado -y controlado- por una instancia colectiva social realmente significativa.
Porque para la izquierda peruana, su principal problema es reconstruir sus vínculos orgánicos con la sociedad realmente existente. Y claro, juntando 350 firmas, no lo estamos haciendo.
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