IV Marcha contra la Ley Pulpin: poner la política por delante
Más de un mes de lucha contra el Régimen Laboral Juvenil, es un buen tiempo para empezar a hacer balances de los avances, retrasos y problemas. Tarea incómoda pero necesaria. El presente es un esquema de ideas que como la coyuntura misma, aún esta en proceso.
Los problemas del movimiento popular
Las movilizaciones se retoman empezando hoy día. Las cosas pintan bien. La CGTP esta colocando casi toda su maquinaria en el éxito de la marcha. Los jóvenes estudiantes siguen movilizados. Los colectivos hacen lo suyo, animando piquetes en diferentes distritos de la capital y varias ciudades del interior.
Pero todo este amplio conjunto de acciones, actividades, iniciativas carece de una dirección centralizada. En sentido estricto no hay una dirección, sino varias decenas de grupos y personas (si, personas a titulo individual) que han asumido el rol de proponer y coordinar las principales acciones de esta lucha.
Podríamos discutir si esto no es una "riqueza del movimiento". Y efectivamente, para determinadas circunstancias es una ventaja disponer de más cabezas proponiendo cosas. Pero a la vez, en determinados momentos es necesario que exista una instancia que resuelva los temas centrales de la lucha social.
Una "dirección" no es una persona, no es un individuo. Debería ser una instancia democrática, tanto en su constitución como en su funcionamiento y estrictamente "representativa". Algunos compañeros y compañeras piensan que "representativa" significa que "todos pueden participar". No, esa no es la idea. Representativo significa que "todos aquellos que hablan por encargo expreso de otros, pueden participar". Mientras más grande es el numero de los "otros" más representativo eres. Y nótese que decimos "encargo expreso". No vale decir: "Yo hablo en nombre de los jóvenes del país" y nadie te ha elegido ni para delegado del equipo del barrio.
Una cosa que debemos de empezar a hacer en las reuniones de izquierda -y que antes se hacia- es preguntarle a cada Lenin redivivo que toma la palabra: ¿por quien hablas? ¿a quien representas? ¿en que asamblea o congreso te han elegido?
El movimiento contra la Ley del Regimen Laboral Juvenil no tiene una dirección, tiene muchas. No todas son democráticas ni representativas. Más temprano que tarde, esto nos pasará la factura.
Poner la política por delante
El gobierno de Olanta quiere una guerra de resistencia. Esto es así, pues Doña Correlación de Fuerzas esta de su lado. A pesar del éxito de las tres movilizaciones anteriores y del creciente respaldo de la opinión pública, los soportes dentro y fuera del gobierno se mantienen. El Ministerio de Economía y Finanzas esta convencido de la necesidad de la norma.
En el sector empresarial, sin embargo hay disonancias. La CONFIEP, actualmente copada por los intereses de las grandes empresas mineras extranjeras, da el principal soporte. Pero quien esta defendiendo la norma con todas sus fuerzas es la Cámara de Comercio de Lima, es decir, el gremio de las grandes empresas comerciales y de servicios.
Claro, con esta ley podremos ver jóvenes cajeros y reponedores de los supermercados trabajar con menos derechos e ingresos. Curiosamente, la Sociedad Nacional de Industrias ha mostrado un menor interés por el Regimen Laboral. Estas diferencias en la cúpula deberían ser mejor utilizadas por los que dirigen la protesta.
Pero en resumen: si esta lucha no logra resultados en el corto plazo, perdemos.
Porque no tenemos capacidad para sostener una guerra de resistencia. No tenemos una institucionalidad ni un liderazgo juvenil consolidado y consensualmente reconocido para organizar tareas que duren años o siquiera meses.
La idea de recolectar un millón y medio de firmas para un referéndum es un buen ejemplo de esa vieja premisa "el movimiento es todo, el objetivo final, nada". Con buena intención quiero pensar, se propone una tarea para lo cual no existe organización capaz de realizar.
Pero claro, juntar firmas es una buena manera de tener ocupados a los jóvenes más entusiastas. Convierte un tema político en un debate jurídico de paso. Pero en unos tres o cuatro meses, hasta el más entusiasta recolector de firmas va a cansarse y políticamente no habremos acumulado nada o casi nada.
El viejo Mao decía en algún lugar, algo parecido a "poner la política por delante". Y de eso se trata en esta oportunidad. Hay que pensar políticamente. No se trata de personalidades o voceros sino de organizaciones. Y las organizaciones más representativas son las que logran poner de pie a más personas.
Tengo muchas y muy buenas amistades en diversos colectivos y grupos políticos, pero más allá de simpatías, hay que reconocer a las instituciones más grandes. Y apoyar que cada vez sean más legítimas.
Necesitamos, una dirección política donde las organizaciones nacionales y especialmente las sindicales tengan la legitimidad para resolver la estrategia a seguir. Un mesa coordinadora donde la opinión de un dirigente sindical joven, de una base de 400 trabajadores tiene el mismo peso que el de un joven estudiante de un colectivo que reúne a una docena de compañeros de estudios, puede ser un espacio interesante de debate, de mutuo aprendizaje, de encuentro, pero no va a ser una dirección política eficaz de las actuales protestas.
Ciertamente, esto implica una gran dosis de desprendimiento para muchos compañeros y compañeras. Piénsatelo bien. Si te llama un periodista para hacer una declaración, pues le dices: "Mejor busca la declaración de uno de los dirigentes, que yo me represento sólo a mi".
La salida política: radicalizar la protesta
Y desde la política ¿qué hacer? No soñar con juntar firmas para empezar. A los Fonavistas, con mayores recursos les tomo varios años y como vemos estos días, un referéndum tampoco resuelve los problemas políticos.
Radicalizar una protesta implica entre otras cosas, definir el objetivo. En este caso, se trata principalmente de derogar la ley. Sin condiciones ni concesiones. Derogar de manera inmediata la ley en cuestión. Este es el punto de partida para un debate político sobre el rol del trabajo en la economía nacional. Un buen hito allí es el proyecto de Ley General del Trabajo que anda perdido en algún cajón del escritorio de algún funcionario del Ministerio de Trabajo.
Radicalizar la protesta supone también:
- Continuar con las marchas y movilizaciones, llevando la protesta a las puertas de la Cámara de Comercio de Lima, es decir al poder real que sostiene esta norma.
- Denunciar públicamente a las empresas que empiecen a utilizar estos contratos.
- Boicotear a cualquier comercio o empresa que tenga trabajadores bajo este régimen.
- Consolidar la alianza sindical, juvenil y ciudadana contra esta norma.
Los jóvenes estudiantes pueden muy bien hacer dos cosas más: fortalecer sus organizaciones propias, por ejemplo, ¿dónde está la Federación de Estudiantes del Perú?.
Y también pueden ayudar a formar sindicatos. Allí están los grandes supermercados con trabajadores muy jóvenes y ningún sindicato capaz de representarlos. ¿No puede un colectivo juvenil tirarle una cuerda a esos trabajadores para formar un sindicato?
Tareas para cambiar la correlación de fuerzas hay, tal vez no implique salir en televisión pero son necesarias y urgentes.
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