Telefónica le tiene miedo a un trabajador sindicalizado
La empresa Telefónica es una de las más grandes corporaciones en el país. registra una sólida situación económica con muy grandes ganancias en el mercado peruano. Tiene un área de responsabilidad social empresarial muy activa e interesada en los más pobres o la educación y el arte. La empresa invierte mucho en su imagen, sus campañas publicitarias. Todo muy bien, muy moderno.
Pero si uno empieza a observar más allá de su publicidad, de sus relucientes edificios y de sus balances económicos, si nos detenemos en su política laboral, es decir, en la manera que tratan y se relacionan con sus trabajadores, ya no todo va a ser deslumbrante, ni moderno, ni correcto.
En el mundo sindical es bien sabido que Telefónica es una empresa bastante difícil. La empresa ha desarrollado diversas políticas antisindicales a lo largo de su presencia en el Perú. Ha aprovechado al máximo las ambigüedades, libertades y vacios de la legislación laboral para obtener una posición de ventaja en las relaciones laborales. Ha tercerizado todo lo que ha podido. Ha subcontratado con entusiasmo áreas completas, se ha fraccionado para debilitar a los sindicalizados y en los procesos de negociación colectiva con el Sindicato ha asumido posiciones cerradas, exageradas e intolerantes.
Uno podría pensar que ya nada nos puede sorprender de una transnacional poderosa que mantiene en una posición difícil al Sindicato y a los miles de trabajadores directos e indirectos. Sin embargo, cual coloso con pies de barro, la inmena empresa transnacional Telefónica del Perú se siente amenazada por la sencilla opinión de un sindicalista.
Walter Diaz de la Vega es trabajador en la empresa Telefónica. Es decir, tiene un contrato, por el cual dedica una jornada laboral a cumplir las tareas que la empresa determina y para las cuales Walter se encuentra preparado. Más allá de las 08 horas de trabajo diario, no hay nada que vincule a la empresa con el trabajador. El vínculo que une a una persona jurídica como telefónica con una persona natural como Walter es estrictamente económico, más precisamente laboral.
Esto es así en cualquier sociedad capitalista moderna. Fuera del ámbito del trabajo, el obrero es libre para disponer de su tiempo, de sus opiniones, de su vida como mejor le parezca y pueda segun sus condiciones materiales.
En el medioevo no era así. Si Telefónica fuera un señor feudal podría exigir una servidumbre total a Walter. podría obligarlo a trabajar a cualquier hora, podría quitarle su descanso, pero más aún, podría obligarlo a profesar una fe determinada, a defender una doctrina específica, podría dictarle lo que debe de pensar y decir. Podría castigarlo por hablar fuera de los cánones establecidos por el propio señor feudal.
Y así de absurdo como parece, lamentablemente ocurre. La empresa Telefónica, símbolo de modernidad, de globalización y tecnología; se comporta como un simple señor feudal que disciplina a un díscolo siervo.
Walter Diaz de la Vega, afiliado al sindicato SUTTP, declara en un medio de prensa sobre la política remunerativa de Telefónica. No dice nada nuevo, pues lo que señala se encuentra en los comunicados del Sindicato.
¿Que hace Telefónica? Pues le ha enviado una carta de pre aviso de despido. Así es. En el Perú, la empresa Telefónica va a despedir a un dirigente sindical por criticarla en un periódico. ¿Y que ha dicho Walter Diaz? Tampoco nada muy original. Ha señalado que la empresa Telefónica prefiere dar mayores beneficios a los trabajadores no sindicalizados que a los del sindicato. Que barbaridad.
Realmente la empresa Telefónica cree que los peruanos somos poco menos que idiotas, ¿no?. En el Perú, todas las empresas tienen como parte del ABC de sus relaciones laborales, desincentivar la afiliación sindical. Cualquier abogado pro patronal lo primero que recomienda es precisamente, que todo aumento para el sindicato sea extensivo a todos los demás trabajadores. También que los no que no están afiliados al sindicato reciban algunos "estímulos", "reconocimientos", etc.
Lo que pretende hacer la empresa Telefónica no solamente viola todo el orden jurídico laboral internacional y nacional, sino que nos retrae a los periodos previos de la modernidad. Así son las relaciones laborales en el Perú, en estos tiempos. Una de las empresas más poderosas del país se indigna, asusta y castiga a un dirigente sindical simplemente por decir aquello que todos sabemos.
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