Las perspectivas de la formación sindical en el Perú
El sindicalismo peruano tiene desde sus lejanos orígenes
anarcosindicalistas una orientación claramente centrada en la formación y
capacitación. Para los padres del sindicalismo, la educación obrera era una
piedra fundamental. La ignorancia era entendida como uno de los grandes
enemigos de los trabajadores. Nuestro
fundador, José Carlos Mariátegui se preocupó por establecer una cultura
sindical que apreciara el estudio y la reflexión junto con el espíritu
militante.
Desde entonces hemos tenido escuelas sindicales y círculos
de estudio obreros en diferentes momentos de nuestra historia sindical. No ha
sido un proceso sencillo, pues ha enfrentado los problemas del sindicalismo en
general. Las persecuciones, prohibiciones y censuras de los diferentes gobiernos de turno han obstaculizado el desarrollo de
un sistema de formación sindical más o menos institucional.
En el sindicalismo clasista desde la CGTP, que es en la
práctica lo único realmente existente en materia gremial, lo que tenemos es
básicamente un conjunto de escuelas sindicales, entendidas como instancias
organizadoras de cursos, charlas y actividades similares.
Pero este esfuerzo
siendo importante, no es suficiente. De lo que se trata es de construir un
sistema de formación sindical que articule a la CGTP con las diferentes
Federaciones y sindicatos de base. Este sistema debe definir una política
educativa nacional, distribuir roles y funciones, proponer un currículo básico
y discutir sobre métodos y metodologías.
Se discute mucho acerca de la “institucionalización de la formación sindical”, pero se entiende de
diferentes maneras. Una escuela
institucional no es simplemente aquella que utiliza los mismos materiales o
presentaciones, ni aquella que homogeniza algún color característico. Esta es
una visión reducida y reduccionista del problema. Es la forma más sencilla de
hacer algo, para efectivamente no hacer nada.
Institucionalizar es en primer lugar, definir el rol de la
formación en el sindicalismo y su articulación con otras áreas. Implica además,
construir un aparato técnico. En los años 70s se pensaba que los mejores
profesores eran los más antiguos dirigentes. Esto tiene algo de verdad, pero a
la vez, es cierto que la administración educativa resulta hoy mucho más
compleja y requiere de un personal adecuado. El uso de la informática y el
dominio del inglés por ejemplo resultan indispensables. Construir una institución educativa en el ámbito sindical
supone además definir un sistema de normas y procedimientos que vayan desde el
comité de obra, pase por el sindicato y la federación para culminar en la
confederación.
Comprende además un aspecto que ha sido descuidado en la
última década y es la relación con los intelectuales. Para esto es importante
recordar la manera que Mariátegui se relaciona con el sindicalismo. Sin ser
dirigente gremial logra discutir de igual a igual con los líderes del
anarcosindicalismo y se convierte en el principal portavoz de los trabajadores.
Su presencia animó a muchos intelectuales a articularse al movimiento obrero.
Allí fueron bien recibidos por los trabajadores. En los años 70s tenemos
diversos grupos culturales que trabajan junto a sindicatos llevando poesía,
teatro, literatura entre otras actividades, de manera simultánea se formaban
círculos de estudios y escuelas sindicales donde jóvenes profesionales
compartían lo que sabían con jóvenes dirigentes sindicales.
En algún momento de los años 80s esta buena herencia se
pierde. La relación con los intelectuales se llena de desconfianzas y
desencantos mutuos. En el mundo
académico esta situación llegó a un extremo con los discursos locales sobre el
“fin del sindicalismo clasista”. En
el terreno sindical, la contraparte fue la extendida idea que “el dirigente sindical lo sabe todo y nunca
se equivoca”. Afortunadamente
ambos extremos hoy están en franco retroceso.
Uno de los principales retos que tenemos entonces, es
construir un sistema de formación sindical que articule dos miradas. Por un
lado, la perspectiva profesional y científica, que busque darle solidez, rigurosidad
y consistencia a los contenidos y competencias que deben aprenderse para la
acción sindical. Por otro, el aporte sindical que debe dar los valores,
principios y experiencia para que los conocimientos no sean sólo técnica sino
herramienta eficaz en la lucha de clases. Estas dos miradas son necesarias e
imprescindibles para el trabajo de la formación sindical.
Para lograrlo se requiere del esfuerzo conjunto de las
diferentes organizaciones sindicales, articulas a nuestra CGTP. Hace algunos
meses, la Secretaría de Educación y Cultura de la central mariateguista convocó
a las diferentes escuelas sindicales a un primer encuentro que permitió un
intercambio de experiencias provechoso. Se trata de continuar este proceso
definiendo los roles de las diferentes instancias educativas.
Desde la FTCCP, se está apostando por un trabajo
institucional en el terreno educativo. La dirección nacional tiene claro que
este eje es vital para el fortalecimiento gremial. La Secretaría de Educación y Cultura lidera
un equipo de técnicos dedicados a la formación sindical. Difícilmente hay otro ejemplo similar en el
sindicalismo peruano. Es una experiencia novedosa e importante que viene
desarrollando con diferente éxito, las labores encargadas por la dirección
sindical de la FTCCP.
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