Conflictos laborales y solidaridad social
A pesar de la imagen distorsionada de los medios de comunicación, hay una protesta laboral permanente en la sociedad. Una simple lista podría registrar los conflictos en FASA, Ripley, Indeco, Celima, Relima, Palma del Espino, Camusso, Nicoll Perú, entre otros. En todos ellos se están preparando plantones como manera de presionar a la empresa.
Hay dos temas fundamentales en la protesta laboral: incremento de remuneraciones y libertad sindical. Para entender ambos temas basta mirar los registros del MINTRA sobre pliegos presentados y convenios firmados. Los aumentos registrados no sobrepasan un dólar diario. La estrategia de los empresarios es bastante sencilla, hacer inviable la acción sindical. para esto, la actual legislación les resulta muy conveniente.
Tenemos un problema muy serio con el ejercicio del derecho de huelga. La legislación laboral (elaborada por la dictadura fujimorista) ha recortado y limita seriamente el ejercicio de este derecho constitucional. Solamente se puede hacer una paralización durante la negociación colectiva luego de concluir la etapa de trato directo y conciliación.
pero, para hacer más difícil la situación, el MINTRA tiene la potestad de declarar improcedente y luego ilegal el desarrollo de una huelga. Una decisión administrativa limita un derecho constitucional y a ningún juez se le mueve un pelo.
Así, en Lima, no llegan ni a la docena, las huelgas aprobadas por los funcionarios del MINTRA. El 99% de las mismas son declaradas "improcedentes" por alguna falla en la redacción del acta y demás requisitos formales. Es una verdadera tomadura de pelo.
Claro, como suele ocurrir en el país, estas limitaciones golpean a los más débiles. Los sindicatos mineros basta que amenacen con paralizar una mina para que la empresa retome el diálogo y negocie con mejor ánimo. Pero esto es así, por que se cumple la vieja máxima sindical: "huelga que daña el bolsillo del patrón es una huelga que gana el trabajador".
No existe en Lima, ningún sindicato capaz de paralizar la producción de la misma manera, ni afectar la economía de la empresa. En parte por la mano de obra tercerizada o contratada bajo modalidades temporales y por lo tanto ajena al cuerpo sindical. Así, los empresarios mantienen una legislación sobre huelgas que esta hecha para sus precisos y claros intereses.
Aquí entran los "plantones", esa especie de hermano menor de la huelga que consiste en protestar a viva voz durante el tiempo libre de los trabajadores, con la esperanza de que la prensa cubra tu protesta y esto abochorne al empresario y se logre algún acuerdo en mejores términos.
Lamentablemente, la experiencia nos dice que los empresarios son más caraduras de lo que siempre imaginamos. La empresa FASA en Perú por ejemplo, no tiene problema en celebrar la navidad de los hijos de los trabajadores, mientras sigue en su intento de destruir el sindicato de dichos trabajadores.
Ciertamente, la ausencia de una real política de prensa en el movimiento sindical es una carencia que la pagamos todos los sindicalistas. Existe un efectivo cerco mediático, que silencia toda protesta laboral o la confina a una nota semiperdida en una página interior. La soledad social de los sindicalistas en conflicto es proporcional a la firmeza de la política antilaboral de los empresarios. Los estudiantes, las clases medias, los líderes de opinión, la gente de la cultura, en fin, todo aquel ciudadano informado, pone su interés en cualquier otra causa defendible, antes que acercarse a un colectivo de trabajadores en un plantón.
Ciertamente, nos es muy difícil construir los lazos de solidaridad efectiva, de base, más allá de los espacios laborales. Y la imagen del sindicalismo luce muy tradicional, lejana de los nuevos rostros sociales. Y claro, en otros lares, son las izquierdas, las que hacen este trabajo, pero en el Perú, las direcciones de izquierdas andan más preocupadas por adivinar si los seguidores de Susana Villarán o los seguidores de Ollanta Humala tendrán mayor votación, para acorde a eso, definir a quien seguir.
Dibujo de Juan Acevedo
Hay dos temas fundamentales en la protesta laboral: incremento de remuneraciones y libertad sindical. Para entender ambos temas basta mirar los registros del MINTRA sobre pliegos presentados y convenios firmados. Los aumentos registrados no sobrepasan un dólar diario. La estrategia de los empresarios es bastante sencilla, hacer inviable la acción sindical. para esto, la actual legislación les resulta muy conveniente.
Tenemos un problema muy serio con el ejercicio del derecho de huelga. La legislación laboral (elaborada por la dictadura fujimorista) ha recortado y limita seriamente el ejercicio de este derecho constitucional. Solamente se puede hacer una paralización durante la negociación colectiva luego de concluir la etapa de trato directo y conciliación.
pero, para hacer más difícil la situación, el MINTRA tiene la potestad de declarar improcedente y luego ilegal el desarrollo de una huelga. Una decisión administrativa limita un derecho constitucional y a ningún juez se le mueve un pelo.
Así, en Lima, no llegan ni a la docena, las huelgas aprobadas por los funcionarios del MINTRA. El 99% de las mismas son declaradas "improcedentes" por alguna falla en la redacción del acta y demás requisitos formales. Es una verdadera tomadura de pelo.
Claro, como suele ocurrir en el país, estas limitaciones golpean a los más débiles. Los sindicatos mineros basta que amenacen con paralizar una mina para que la empresa retome el diálogo y negocie con mejor ánimo. Pero esto es así, por que se cumple la vieja máxima sindical: "huelga que daña el bolsillo del patrón es una huelga que gana el trabajador".
No existe en Lima, ningún sindicato capaz de paralizar la producción de la misma manera, ni afectar la economía de la empresa. En parte por la mano de obra tercerizada o contratada bajo modalidades temporales y por lo tanto ajena al cuerpo sindical. Así, los empresarios mantienen una legislación sobre huelgas que esta hecha para sus precisos y claros intereses.
Aquí entran los "plantones", esa especie de hermano menor de la huelga que consiste en protestar a viva voz durante el tiempo libre de los trabajadores, con la esperanza de que la prensa cubra tu protesta y esto abochorne al empresario y se logre algún acuerdo en mejores términos.
Lamentablemente, la experiencia nos dice que los empresarios son más caraduras de lo que siempre imaginamos. La empresa FASA en Perú por ejemplo, no tiene problema en celebrar la navidad de los hijos de los trabajadores, mientras sigue en su intento de destruir el sindicato de dichos trabajadores.
Ciertamente, la ausencia de una real política de prensa en el movimiento sindical es una carencia que la pagamos todos los sindicalistas. Existe un efectivo cerco mediático, que silencia toda protesta laboral o la confina a una nota semiperdida en una página interior. La soledad social de los sindicalistas en conflicto es proporcional a la firmeza de la política antilaboral de los empresarios. Los estudiantes, las clases medias, los líderes de opinión, la gente de la cultura, en fin, todo aquel ciudadano informado, pone su interés en cualquier otra causa defendible, antes que acercarse a un colectivo de trabajadores en un plantón.
Ciertamente, nos es muy difícil construir los lazos de solidaridad efectiva, de base, más allá de los espacios laborales. Y la imagen del sindicalismo luce muy tradicional, lejana de los nuevos rostros sociales. Y claro, en otros lares, son las izquierdas, las que hacen este trabajo, pero en el Perú, las direcciones de izquierdas andan más preocupadas por adivinar si los seguidores de Susana Villarán o los seguidores de Ollanta Humala tendrán mayor votación, para acorde a eso, definir a quien seguir.
Salud
ResponderEliminarTriste y difícil situación.
Es difícil superar el cerco mediático, todos esos otros colectivos que en el artículo menciona, mal que bien se mueven con la agenda de los medios, o al menos, con temas que se pueden llevar a los medios y «solucionarlos»...
Y sí, evidentemente la legislación y las prácticas sindicales son totalmente antisindicales.
Lamentablemente nos falta esa izquierda que articule y ayude a los distintos movimientos sociales para generar la solidaridad necesaria entre colectivos...
¡Muy difícil todo!
Hasta luego ;)
Yap. Pero bueno, compa, se trata de no desesperanzarse y seguir dándole. Los jóvenes trabajadores siguen viniendo con la esperanza de formar su sindicato... entre ellos está la estrategia de victoria que estamos esperando.
ResponderEliminarEs una pena comprobar que estamos en todos sitios igual... jodidos; Quizás un día entandamos nuestra condición de obreros, nos unamos y así ganemos esta guerra contra la explotación que sufrimos.
ResponderEliminardesde este lado del charco, suerte compañeros. Os dejo un enlace a mi blog, donde cuento mi situación y como se ve el panorama por aqui.http://trabajasincobrar.blogspot.com/
Salud,