La defensa del gas como tema sindical

El tema de la exportación del gas a otros países es muy importante. Implica la defensa de conceptos centrales el siglo pasado como soberanía y desarrollo nacional. La CGTP ha asumido esta reivindicación y viene realizando diversos talleres y foros en Lima y otras ciudades del país en la perspectiva de construir un amplio frente de defensa de la soberanía y contra la torpe exportación del gas.

Lamentablemente, esta bandera de lucha no logra movilizar a los ciudadanos y ciudadanas. Tiene un efecto mediático en algunos espacios, pero no logra constituirse en un tema movilizador del interés nacional. Algo similar pasa con la lucha contra la corrupción. 

Son temas "políticamente correctos" que van a permitir alguna nota de prensa, un comunicado de notables, unos minutos de radio y algunos segundos en un noticiero de televisión. Pero no movilizan personas en Lima, el centro y norte del país. Es decir, más allá de las personas directamente afectadas. 

Como sabemos, para hacer política no basta aparecer en un medio de prensa. Hay que convencer y si no se puede organizar, por lo menos convocar, movilizar. La última marcha realizada en Lima alrededor de este tema, más allá de lo vistoso de ver algunos jóvenes entusiastas disfrazados de ratas y pericotes, no logró concitar una real convocatoria. En claro, muy poca gente participó de la marcha. 

Lima es una plaza dura para movilizaciones. Las redes sociales -reales, no virtuales- son débiles y dispersas. Es muy probable que el tema de la defensa del gas sea más propio de una clase media limeña, interesada en consolidar un modelo de desarrollo industrial local y tal vez nacional. Pero esa clase media no existe. 

A la pequeña burguesía limeña ni le interesa ni siente cercano el tema del gas, si se vende o regala o se queda en el país. Su composición social la hace dependiente de los vínculos globales de la economía local. Se trata de comerciantes, empresas trasnacionales, agentes exportadores, servicios para que las anteriores funcionen mejor. En este entramado, un discurso nacionalista soberano no cala ni llega. 

Es claro entender que los trabajadores asuman dicha reivindicación, no hay otro sujeto social en el escenario capaz de hacerlo. Pero resulta clara también la soledad sindical de esta lucha. Si alguien pensó que esta bandera podía ser la clave para una movilización nacional parecida a la defensa del petróleo a fines de los 60s, se ha equivocado. Los trabajadores están solos en la lucha por el gas. El último paro regional en el sur ha mostrado que es un tema regional, básicamente cuzqueño, algo puneño y para de contar. La última reunión de los lideres populares y frentes de defensa de la macro región sur ha mostrado las limitaciones de esta lucha, la dispersión representativa, las disputas entre grupos minúsculos y altamente radicalizados contra representaciones mayores y más sensatas. 


El primer barco exportando el gas ya debe estar cerca a México y así muchos otros seguirán. El punto más alto de la protesta ya pasó y nuevamente estamos en un reflujo. El tema seguirá siendo importante en la agenda política nacional  pero probablemente no deba ser el centro de la agenda sindical. 


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