Paro Nacional como ejercicio de democracia
En cada coyuntura de protesta organizada, como la del próximo 9 de Julio, el gobierno de turno y sus simpatizantes cuestionan la legitimidad de la protesta con argumentos de los más simpáticos: el paro es promovido por la antipatria o por el anti Perú. Mario Huamán responde aquí a estas sinrazones.
Lo que nunca deja de llamar mi atención, es este afán incansable por deslegitimar el derecho de protesta en una sociedad democrática. Lo que uno al final se pregunta es ¿qué idea de democracia tienen estas personas? La democracia no es un coro monocorde o una apacible reunión de personas. Bueno fuera. La idea de democracia es básicamente, un consenso acerca de la legitimidad de los disensos. Es decir, hay democracia cuando se acepta que dos personas que piensan diferente son iguales. Talvez la izquierda pocas veces le haya dado importancia a la legitimidad del disenso (por nuestra particular afición a los acuerdos unánimes y a los partidos únicos) pero, afortunadamente en el movimiento sindical, las cosas son más matizadas.
Volviendo al tema. Mucho se habla de modernidad, competitividad, globalización y otros conceptos similares. Quienes articulan estas ideas junto a la libertad de mercado se presentan como lo más avanzado y contemporáneo. Pero si uno rasguña un poco, descubrira que es sólo una cáscara. Los empresarios no creen en la democracia. No creen en la ciudadanía. No les importan los derechos civiles y mucho menos los derechos laborales.
Hace unos días se han formado dos organizaciones sindicales, una sección sindical en la empresa CMV de Taxi Remisse y el Sindicato de Trabajadores de Seguros Rímac. En el primer caso, la Gerente General en persona, convocó a los trabajadores con carácter obligatorio y les explicó animadamente que no debían formar un sindicato y mucho menos afiliarse a la CGTP. Pues dicha organización solamente sabía quemar llantas y todos eran comunistas.
Por lo que ella misma se comprometía a pagar un abogado para que los empleados puedan formar su propio sindicato independiente y en dos días firmaban un convenio colectivo. En una segunda reunión efectivamente trajo a una abogada para que allí mismo formaran otro sindicato. Uno de los trabajadores le dijo “Señora gerenta, ya existe un sindicato. Formar otro seria dividirnos. Y estamos con la CGTP... quemaran llantas y pondrán piedras, puede ser. Pero también saben negociar buenos pliegos de reclamos.”
En el caso de la empresa Rímac, los gerentes de agencia han optado por hablar individualmente con los trabajadores. Pero básicamente el discurso es el mismo. La amenaza velada, la confianza “traicionada”. El escándalo. ¿Cómo se te ocurre formar un sindicato? Todos los problemas los podemos arreglar entre nosotros. Dime que es lo que quieres. No necesitas un sindicato. Yo no te despido, tu te despides solito por formar un sindicato. Mejor renuncia a tu sindicato o en la tarde ven y cobra tu liquidación.
Nuevamente la CGTP es pintada como el mal encarnado, como una suerte de soviet y barricada, donde comunistas, terroristas y violentistas pasan sus ratos libres quemando llantas, comiendo bebés y levantando el puño.
Nuevamente, los trabajadores y principalmente las trabajadoras, -pues en este sindicato las mujeres tienen un rol central y clave-, demuestran sentido común, intuición y hasta conciencia de clase. Si tanto miedo les da que formemos un sindicato, es porque talvez sea bueno para nosotros formar un sindicato.
Empresarios y ejecutivos modernos, gente educada, aparentemente informada, profesionalmente exitosos, pero cuando se trata de los derechos ciudadanos de “el otro”, se portan como si estuviéramos en plena Edad Media. Aprendices de Torquemada encuentran una satisfacción especial en despedir sindicalistas o en mantener bajo un régimen de miedo y amenaza a aquellos que por azar están bajo su mandato. Para ellos no todos los peruanos son iguales. Por eso, la democracia solamente se aplica para sus pares. Los trabajadores no somos sus iguales, ergo, no tenemos derechos. Después se preguntan porqué hacemos un paro nacional.
En buena cuenta, la construcción de una identidad sindicalista es parte de un proceso de afirmación ciudadana. Cuando veo llegar un nuevo grupo de trabajadores a indagar sobre los sindicatos y estas cosas, la palabra que más repiten es “miedo”. En unas semanas conforme van aprendiendo los alcances de la ley, las experiencias de otros sindicatos y las artimañas de su empresa, la frase “tenemos derechos” reemplaza al miedo.
Formar un sindicato, plantear un pliego de reclamos, repartir volantes, promover un paro nacional, todas estas actividades son parte de la democracia. El gobierno da muestras de intolerancia cuando discute la legitimidad de la CGTP en organizar el paro. Más importante es analizar la plataforma del mismo, pero sobre ella, nada han dicho ni Alan ni Del Castillo.
Ojala algún día aprendamos a vivir en una sociedad donde afiliarse a un sindicato no sea visto como una ofensa, donde organizar una huelga no sea la antipatria. Obviamente, esto es parte de un proceso de formación ciudadana. Afortunadamente los sindicalistas nunca nos cansaremos de educar a los empresarios de estos lares.
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